domingo, 10 de marzo de 2013

Cómplice Buenos Aires.




Se va durmiendo la tarde
con los últimos rayos del sol,
se funden como amantes,
mientras Buenos Aires enciende sus luces,
para que la  luna no  vea,
ni sospeche el engaño.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Partir.




A veces es necesario partir,
dejar atrás los sueños
y los fantasmas.
Dejar el miedo
escondido en un bolsillo
y salir, sin volver la mirada.
Olvidar los aromas y los libros
que nos unieron tantas tardes.
Olvidar esa luz pequeña
que brillaba en tus ojos al jurar que me amabas.
Partir.
Irse es fácil,
pero olvidar no lo es.
Y en un papel arrugado,  
tu nombre y el mío
van bajando los renglones,
hasta caer en la sonrisa gastada
de un amor que no fue.

viernes, 15 de febrero de 2013

Mí corazón.


En tus manos deje mi corazón,
latiendo de pasión y enamorado,
te rogé que lo cuidaras
como rosa delicada,
y olvidaste que era frágil  y te amaba.
Sólo a ti amaba,
tonto iluso,
corazón que  se murió  olvidado,
nadie entiende el por qué
de la tristeza
que me rodea y en la que vivo sepultado.
Es que vivir sin corazón es muy difícil
no hay médico que pueda remediarlo.

viernes, 8 de febrero de 2013

Otra vez mi madre....


En otras entradas les conté que tengo una madre muy especial. Suele hacerse la sicóloga, investigando a cada vecino o vecina que le parece sospechosa.

Hace tiempo me dijo que la vecina del quinto C, se veía a escondidas de su marido con el viudo del Noveno.
—Basta vieja —le dije— cada vez que vengo a verte, me relatas la historia amorosa de todos los habitantes del edificio.
—Vos no entendés, yo cuido a las familias. Odio las separaciones.
—No te metas donde no te llaman.
Sentencié como un viejo caimán enojado.

La semana pasada, la fui a visitar. Estábamos en la cocina, ella preparaba el mate y sonó el timbre de entrada. Fui a atender. Era la del quinto C. Me retiré a la cocina, no pude evitar escuchar la conversación, tampoco quise evitarlo.
“Gracias Nelita —dijo la vecina— no sabe lo bien que me hicieron sus palabras. Le traje una atención. Usted se merece mucho más, ha salvado mi matrimonio y eso no tiene precio”.
Bueno, pensé, que bueno lo que ha logrado mi vieja, al menos ha salvado un matrimonio.
Mi madre entró con una pequeña caja, al abrirla un collar de perlas titiló desde el fondo.
—Vieja, ¿qué es eso?
—Un regalo de la señora…  aquella que te conté que le metía los cuernos al marido….
—¿Y por qué semejante regalo?
—Es que hablé con ella, intenté convencerla de que se comportaba mal, me negó todo, entonces yo le hable del esposo que trabaja todo el día,  de los hijos, que si se enteran, sufrirían mucho, ella seguía negando. Al fin cansada de escucharla negar el romance con el viudo… le mostré las fotos que les saqué a los dos en un boliche de Abasto y otras entrando a un alojamiento.
—¡Mamá, estás loca!
Me quería morir, no podía creer lo que escuchaba.
—Cuando le entregué las fotos —prosiguió— se puso pálida, luego roja y me dijo: ¿Cuánto quiere?  Le dije, nada. Lo que hice yo, lo puede hacer cualquier otro, del mismo edificio. Hasta su esposo. Quedó sin palabras. Le di los negativos y volví con el tema de la familia, de los hijos y de lo mal que estaba llevando su vida.
Agarró las fotos, se levantó y se fue. Hoy vino a pedirme disculpas. Reconoció que estaba equivocada y me trajo de regalo el collar.
—No tendrías que haberlo aceptado.
—¿Por qué?  Es como si me hubiera pagado un asesoramiento sobre vida familiar.
—Sigo pensando que está mal, no debiste aceptarlo.
—Bah… siempre el mismo —me dijo.
Abrió la puerta y con un gesto me hizo señas que saliera.
—¿Y el mate? —pregunté.
—Vení mañana, si tengo ganas te cebo alguno.
Me dejó afuera y cerró la puerta.



martes, 5 de febrero de 2013

Fin de vacaciones.




El pan de campo se desmiga sobre la mesa, huele a melancolía, a vida, el mate compañero humea y detrás de los cristales el albor se rompe entre los pinos los ilumina les cambia el color.
Una calandria canta a lo lejos, otra responde y el coro mañanero se extiende y va ampliando su sonido.
El jornada va tomando forma, los rayos del sol caminan por mi mesa, la invaden, se adueñan de cada rincón, de los muebles, del viejo florero y anuncian que el día  ya está aquí y es el último de las vacaciones, el descanso ha terminado y habrá que organizar la vida y el trabajo.
Bienvenido febrero.



jueves, 24 de enero de 2013

Fin de un tiempo.





Él bebió su coñac.
Acarició la copa.
No habló
ni siquiera la miró.
La noche
se coló por las cortinas,
ocultó los rincones.
Ella comprendió,
que él,  no la amaba.
Era tiempo de irse.
El olvido la invitaba
a volver a soñar,
se fue,
sin mirar atrás.
Lo que un día fue amor,
ya no lo era,
se merecía
vestirse de de alegría,
lo iba  a lograr
una nueva quimera 
la estaría esperando.


viernes, 11 de enero de 2013

Mi madre, casi una psicóloga II


Ya que a mi madre se le da por analizar todo lo que sucede cerca de ella, intente ver hasta dónde llega con su manera de ver la vida actual.
Le dije a mi madre:
-Vieja, a vos que te gusta investigar ¿Qué pensás de las mujeres que se enamoran de hombres más jóvenes?
-Me parece bien, el amor no tiene edad. Dos personas pueden convivir bien sin que la edad sea un impedimento. ¡Déjame que lo estudie y después te cuento! –respondió mientras degustaba un helado de frutilla y naranja, los de crema le hacen mal.
De la heladería salimos a recorrer locales de ropa.
Se detuvo en un negocio del Shopping  y me llevó de cabeza a comprarle algo. Se enamoró de una blusa blanca que pasaba los trecientos mangos, mi tarjeta resistió el embate.
-Vieja, sos como esas minas que le hacen comprar al novio la ropa más cara.
-Un momentito –me dijo levantado el dedo índice- sos mi hijo y tenés la obligación de ser amable, aparte, no es una ropa cara, elegí la más barata.
La llevé hasta su casa y al despedirse me dijo:
-Cuando tenga un informe te llamó.
Dos semanas después, me mandó un mensajito de texto:”informe listo”
La invité a comer y mientras esperábamos, me dijo:
-Consultamos con Charito varias parejas donde la mujer es mayor. Un veinte por ciento ellas tienen mucha plata, significa que puede ser que haya interés de por medio. El otro cincuenta, ellas y ellos están en igual balanza económica. El otro cuarenta, a ellas no les importa ni la plata ni el que dirán, según ellas, están  porque la pasan bomba y cuando se termine el romance –nos dijeron – buscaran otro amor joven.
La miraba desconcertado, mirando el papeleo que tenía entre las manos.
-¿Cómo hicieron este estudio?
-Primero en el barrio, luego telefónicamente.
-¿Cómo?  –Exclamé- ¿Telefónicamente?  ¿Cómo sabías si ella mayor o menor?
-Preguntamos a medio barrio si tenían conocidos en esas condiciones, en su familia, dentro de sus amigos. Conseguimos el número de Treinta y seis parejas.
La miraba asombrado, no podía creer que me hablaba en serio.
-Es más consultamos a varias parejas a la salida de los cines. Nos pusimos un logo de la revista Caras y todos nos atendían con amabilidad. Aquí está el informe. –me puso todo los papeles sobre la mesa y me soltó muy suelta de cuerpo:
-Yo también me enamoré de un hombre más joven. Cuando quedé viuda, tenía cuarenta y nueve años, pasado el tiempo del luto, me sentía muy sola. Vos recién te habías casado, no tenías tiempo para mí. Conocí a un hombre quince años menor y lo amé, no sé, si tanto como a tu padre, era otro sentimiento, lo necesitaba como el agua, fuimos muy felices durante doce años.
-¡Cómo nunca lo supe!
-Estabas demasiado ocupado, viajabas continuamente y siempre fuiste algo atolondrado.
-¡Gracias! ¿Por qué se separaron?
-Él viajó a España por su trabajo y no quise acompañarlo. Allí conoció a una española que lo enamoró y se quedó.
-Fuiste tonta.
-Sí, lo sé. Siempre me escribe y me manda fotos, engordó y perdió el pelo, pero no perdió su linda sonrisa, jajaja…!!
Quedé sin palabras, había descubierto otra madre, más mujer, más real.